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“...Y pues raorir es precise
de una suerte de otra suerte,
(iporqu no hacer de la rauerte
el umbral de un paralso?
Canta, alondra. No lo dejes
aunque me veas dormido.
Arrlleme tu quejido
melodioso. No te alejes.
Nj se enfade tu carino
si parezco no escuchar:
dormir quiero en un cantar
asi' como duerme un nino.
Asl: mi mano en la tuya,
mi cabeza en tu regazo;
insensible a nuestro abrazo
dejemos que el tiempo huya.
Y arrlleme tu cantar
y el perfume de tu aliento!
Hagame dormir tu acento
y sonar, sonar, sonar! ....
CELOS.
Entr al templo y te vi arrodlada
al pi del altar,
sobre el pecho la frente inclinada,
humilde la faz.
Yo movi silencioso la planta
y a ti me acerqu,
de tus trmulos labios la santa
plegai'ia escnch...”
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