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“...Y eres engendro vil de las tiaieblas
Y de la luz indigna!
Huye temblante y en tu inquieta fuga
La maldicin te siga
Del colombiano suelo salpicado
Del lodo que vomitas!
El exterminio que a tu paso siembras
Indignacin inspira,
-iNo causa ui el asombro que producen
Los barbaros Atilas:
Te falta su valor y su barbaria,
Te sobra tu ruindad y cobardi'a.
Abril 1885.
ROS A.
Una tarde de Octubre.... Muchas veces
las hojas desde entonces han cai'do;
pero me acuerdo an de aquella tarde,
como si ayer no raas hubiera sido.
Alia en el oceano, lentamente
el rojo sol desparcido habi'a
y sus ltimos rayos la serena
atmsfera inflamaban todavi'a.
Enfrente andaba yo del camposanto,
pues aquel era mi habitual paseo;
,;,por qu de entrar en el funesto sitio
tuve esa tarde el singular deseo?
Entr; y al divagar de tumba en tumba,
iba leyendo en las funreas losas
los norabres de los Mos habitantes
de la ciudad de calles silenciosas....”
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