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“...bajel velero
que tan preciosa carga conducia !
Aun me parece que, al fulgor postrero
del moribundo sol, la blanca estela,
como cinta argentada
en la cerlea superflcie echada,
el raudo paso del bajel revela.
Es ilusion: la estela se ha borrado:
no guarda el mar de la cruel partida
vestigio alguno: slo yo he guardado,
yo solo, en la mirada enrojecida,
en el opreso corazn, la huella
de la rapida nave.
i No! t, de Hespero luminosa estrella
tambien cual yo recordaras, quin sabe!
del hroe raio la tigura beha
que bahaste en tu luz, cuando llorosa
en esta secular playa arenosa
cai casi sin vida.
; Sin vida!... oh dicha si posible fuese!
joh si la muerte, del mortal temida,
a la voz de los dioses acudiese!
Yo la llamara, cual a Ulises llarao,
con acento de amor y de locura,
y dolida quiza de mi amargura,
acogiera el frenetico reclamo.
i Ay me! ser inmortal y araar cual amo!
jser inmortal y amar sin esperanza,
y arder sin fin en este amor demente,
y gritar y llamar eternamente
im objeto perdido en lontananza...”
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