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“...A. A. Sy.Of.FS'cliooM
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No el clavel, no la rosa peregrina,
Porsu color ardiente tan preciada,
Y su fragante esehcia,
Puede igualar tu boca purpurina^
De mieles empapada.
I Quien no logr sentir en la existencia
La poderosa influencia
E inefable dulzura de tu beso,
Apetecida pru'eba de carino, '
Ora lo das al inocent niito,
Ora al amante, en magico embeleso ?..
La que vierten tus ojos viva Hama,
Tus dulcesHrjos, mulos del pure
Autor del t-laro dlii,
Al mas helado corazn inflama,
Y aunque de mdfmol duro/
Le mtieve a misteriosa simpatia.
; Cudntas el alma mia
Goz en ellos.de paz y de conteiito
Horas felices, cuando Fili -hermosa
En su mirada tier-na y parinosa
Amor brindaba 'al crazn sediento !
; Dichosa tii mil veces,
Si hiibieras conservado...”
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